
Un análisis forense permite saber si las imágenes han sido manipuladas.
Cuando disparamos nuestra cámara fotográfica, el smartphone o la videocámara, no somos conscientes de la cantidad de información generada por cada dispositivo. Una información en forma de metadatos insertada en cada una de las imágenes. No asumimos el desconocimiento de esa información cuando compartimos fotografías o vídeos, a la vez que enviamos toda esa gran cantidad de datos al receptor. Datos de cómo, cuándo, quién, dónde, dispositivo, marca, fecha, hora, latitud, longitud, sistema, versión, altitud, posición, números de serie, códigos, etiquetas y una larga cantidad de información. Datos que no se pueden ver a menos que los busquemos expresamente. Y datos que pueden ser utilizados y modificados por terceros.
En ocasiones resulta imprescindible un análisis forense de imágenes, o bien necesitamos procesar imágenes digitales como evidencia. En un análisis forense donde es necesario manejar gran cantidad de frames (cada segundo de movimiento es una secuencia de 24 a 30 fotografías), es necesario y complicado organizar toda esa información.
Para ello disponemos de herramientas capaces de trabajar con gran cantidad de información, donde extraer, seleccionar y decidir sobre la información necesaria. Con la que confeccionaremos un informe legible.
Este análisis permite:
1. Extraer todos los datos y metadatos ocultos en una imagen o vídeo digital.
2. Analizar gran cantidad de imágenes.
3. Buscar algún metadato concreto entre un sin fin de imágenes.
4. Geolocalizar imágenes y posicionarlas en un mapa.
5. Buscar una lista de hashes de imágenes (algoritmo matemático que transforma cualquier bloque arbitrario de datos en una nueva serie).
El análisis forense facilita soluciones a problemas de manipulación y falsificación de contenidos originales.